viernes, 30 de julio de 2010

CARTA N° 4

FORMAS MODERNAS Y CONTEMPORÁNEAS DE LA DANZA
TAREA: REFLEXIÓN ACERCA DE “LAS CARTAS SOBRE LA DANZA”, 
CARTA IV.

Jean George Noverre.
ALUMNA: Edith Adriana Delgado Ramírez.
CARTA IV
Las  “Cartas sobre la danza y los ballets”, de Juan Jorge Noverre, son sin duda referencias de la vida de la danza en la Francia del siglo XVII; sin embargo, estoy sorprendida de lo pertinente de estos escritos en la actualidad. En la Carta IV he leído asuntos medulares que me han preocupado durante casi toda mi carrera en la danza, tanto como ejecutante como coreógrafa y maestra.
En algunas ocasiones, tanto en charlas de café como en congresos y seminarios, he expuesto y he escuchado de otros participantes la misma preocupación: ¿qué pasa con el público de la danza? ¿Por qué los teatros están vacios?
[…]¡Cuál no sería su fuerza y su imperio sobre nuestros sentidos si sus movimientos estuvieran dirigidos por el espíritu y sus cuadros trazados por el sentimiento! (Noverre, 1981. Pág.66.)
Desde entonces se sufría del automatismo de los bailarines y bailarinas, de la fijación por las formas de poco sentido. La auto-competencia por hacer bien las piruetas o exagerar las condiciones físicas tenían sentido en esa época: para deslumbrar a los mirones, mas no así a los corazones sensibles que no se complacen con los estereotipos y gestos vacios.
La danza es la manifestación del espíritu humano, el cuerpo es la casa en la cual   habita. Sin embargo, algunos profesionales de la danza se les olvida y se  conforman al insistir desesperadamente en seguir perfeccionando sus destrezas puramente físicas.
 En esta carta, Noverre invita a los bailarines al perfeccionamiento y a distinguir entre las habilidades dancísticas de quienes bailan en los teatros y las de cualquier charlatán. También exige, por ese privilegio, que sean más comprometidos y disciplinados; eso también implica tocar el corazón.
Más adelante en su escrito aborda un asunto de suma importancia y que me llegó al alma, cuando dice:
Mientras se sea esclavo de los viejos métodos y las antiguas rúbricas de la ópera, será vano esperar darle forma nueva […]  no ejecuten pasos simplemente,: estudien las pasiones. Al habituar nuestra alma a sentirlas, se desvanecerá la dificultad de expresarlas y entonces la fisionomía recibirá de la agitación del corazón todas sus impresiones, se caracterizará de mil maneras distintas […](Noverre, 1981. Pág.66.)
Lo que nos dice Noverre es que un arte sin pasión, sin espíritu -pero también sin conocimiento de la historia, sin planteamiento, sin estudio- es un arte sin sentido. Para la creación de una obra hay que conjugar sentimiento, inspiración, conocimiento, consciencia corporal y destreza integral; de esta manera el alma y la virtud del gesto están en constante acuerdo. Vemos con regularidad, en la danza actual, manifestaciones neuróticas de ejecutantes virtuosos.
 Esta carta puede ser la respuesta a la pregunta que preocupa tanto a productores  como a promotores. La danza sigue siendo un lenguaje universal, pero si no  rescatamos su sentido original, liberándola del esteticismo formal, no recuperará audiencia.
 Gracias a Noverre, porque puedo leer en sus palabras mis pensamientos: ”[…]Nada interesa tanto a la humanidad como la humanidad misma[…]”(Noverre, 1981.Pág.66.) 

Edith Adriana Delgado Ramírez. 

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