domingo, 1 de agosto de 2010

CARTA N° 11

ANÁLISIS DE LAS CARTAS DE JEAN GEORGE NOVERRE
CARTA XI
NICOLÁS CORONA GONZÁLEZ
Hablar de imperfecciones es un tema por demás polémico, tendríamos que situarnos en un contexto específico para llegar a una apreciación correcta, e incluso, en ese contexto una imperfección sería muestra de asertividad o una obra de arte, si no remitámonos a la imagen de la Venus de Milo o al Jorobado de Notre Dame.
Jean George Noverre, gran maestro y coreógrafo francés del siglo XVIII se dedicó, entre otras cosas, a escribir una serie de Cartas en las cuales hablaba sobre varios asuntos relacionados con la danza, debido a que la técnica con que los bailarines realizaban sus movimientos los convertía en autómatas de la danza dejando la expresión humana de lado, criticando también a los coreógrafos de su tiempo al hacer puestas en escenas de una danza mecánica y no expresiva como la pretendida por él.
En la carta XI, nos habla de la vanidad que tienen los artistas y maestros, que nos les permite ver sus defectos, además, que lejos de ayudar al quehacer dancístico, lo perjudica, pues los espectadores a los que les nace el interés de practicar esta Bella Arte pretende en el futuro repetir los movimientos y actitudes de su bailarín favorito, y los maestros que se dedican a enseñar la danza pretenden, en muchas de las veces, hacer una copia de ellos. Que razón tiene el maestro Noverre a 300 años de su paso por los escenarios y el mundo.
Otro punto que se toca en la carta XI, es la constitución de los bailarines, esas imperfecciones corporales otorgadas por la naturaleza.
En el mundo de la Danza Clásica, la perfección del cuerpo y movimiento es el eje rector para la ejecución de este arte, por lo que Noverre sugiere algunas técnicas para corregir las imperfecciones corporales en los bailarines, tales como las piernas patizambas y las combadas. A manera de justificación y debido a la ignorancia que tengo sobre la técnica del ballet clásico, no me atrevo desmentirlo en su totalidad, pues si él habla sobre la destreza y agilidad que pudieran tener los patizambos, y la precisión y fuerza que tienen los combados a la hora de ejecutar sus movimientos es porque tenía un vasto conocimiento de la técnica ya que él se manejó en este contexto; pero lo que sí le reconozco es la capacidad que tuvo para reconocer a los bailarines que trataron de corregir esas imperfecciones y, que además, expresaban sus sentimientos logrando emocionar y apasionar a su público como él siempre lo deseó.
Al leer y reflexionar sobre lo anterior, me he dado cuenta que en el ámbito en el que me desenvuelvo,  que es la danza folklórica, algunas ocasiones me he topado con posturas y movimientos por parte de los bailarines, e incluso conmigo mismo, que “se ven raros” y, efectivamente, muchas veces lo he relacionado con la constitución que pudiéramos tener, con la diferencia de que no tomamos tanto en cuenta la verticalidad y la elevación que se maneja en el ballet clásico como la manejada en el baile folklórico. Estas imperfecciones que maneja Noverre para el caso de nuestra disciplina pudieran en determinado momento ser características adecuadas para la representación de los diferentes estilos que se manejan en el Folclor Mexicano.
Para concluir, me gustaría hablar sobre la pertinencia que tienen las cartas de Noverre en la actualidad, pues las enseñanzas de éste son el fundamento de lo que posteriormente se conocería como el ballet romántico que hasta la actualidad sigue siendo ejecutado con gran maestría por muchos ballets en el mundo entero con una expresión dramática con pantomima 

NICOLÁS CORONA GONZÁLEZ 

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